miércoles, 16 de agosto de 2017

Ocios de (este) estío (2). Quintillas de una afamada noche

  El sábado 29 de julio tuvo la Discreta Academia dos convocatorias, la una con Don Santiago López Navia en Mota del Cuervo, y la otra de don Pedro Mariné en la no menos remota villa de San Martín de Valdeiglesias.
  A disyuntiva tan apetitosa enfrentáronse los discretos como el burro de Buridán, no pudiendo acudir a una por no desmerecer a la otra.

  Quizá remordidos por tan asnal pecado, se afanaron en averiguar del pueblo llano unas quintillas que, a modo de copla, andaban de boca en boca cantando la crónica de tan memorable ocasión.

  Y así, el Conde de Abascal escribió:

  Caros discretos:
  Me enoja mucho que los cronistas oficiales de todos los Reinos, a cada paso más hobachones, aún no se hayan aplicado a la honrosa labor de agasajarnos con una cumplida y cabal relación de los dos magnos eventos con que anoche La Discreta, por mor y gentileza de dos de sus más esforzados paladines, volvió a asombrar al Orbe todo. El vulgo indocto, más vivo a la hora de olisquear la trufa de lo ameno, ya se ha hecho lenguas por vía de una ristra de quintillas anónimas que, desde maitines, vengo escuchando por los mentideros de la Villa y Corte. Como las he tomado de oído, solo recuerdo tres; pero seguro que muchos discretos han tenido nuevas de otras.

Entre Mota y San Martín

y entre San Martín y Mota

dio La Discreta un festín

que, para el vulgo malsín,

fuera jamón de bellota.


Pues cuando Santiago trota

y, a lomos de su rocín,

huella La Mancha remota,

del uno al otro confín

todo el mundo se aquijota.


Y Pedro (Discreto al fin,

aunque con la arteria rota)

le replica cantarín,

si no en román paladín,

sí, por mi fe, nota a nota.


   A lo que Ferrán de Calatrava responde:





   Y pues v.m. pide que se le envíen cuantas quintillas hayamos podido recabar acerca de esos dosmemorables eventos discreteriles, aquí van las que yo pude oír; las cuales, si no dan completa noticia de todo lo acontecido en tan señalado día, sí al menos refieren algún curioso detalle digno de felice recordación.




Habla en la Tercia Santiago

(¡prodigio de erudición!)

y entre crítica y halago

da discretamente un trago

(¡cómo cuida su dicción!).


Y es tan fértil cuanto brota

de su florido magín,

que cuentan por todo Mota

que entró en la Tercia un idiota

y salió hablando latín.


Entretanto en San Martín,

ante un público pasota,

deja Pedro el camarín,

llega hasta su clavecín

y la plaza se alborota.


Y ora un tiento de cerveza,

ora un tiento del porrón,

no hay una sola cabeza

que tenga la gentileza

de hacer caso a la actuación.


Mas con tanto botellín

y tanto vino de bota,

se malicia san Martín

que no alcanzará el serrín

para cubrir tanta pota.


Cuente el viejo al benjamín

que esta discreta chacota

no fue en Jauja ni en Pekín,

fue entre San Martín y Mota,

fue entre Mota y San Martín.



   



No hay comentarios:

Publicar un comentario