martes, 11 de noviembre de 2014

Los otros clásicos XXX- Alonso Pérez


Nadie se acuerda ya del brillante escritor Alonso Pérez, natural de Don Benito (Badajoz), estudiante en Sigüenza y catedrático en el Colegio del Arzobispo de la Universidad de Salamanca. Amigo íntimo de Jorge de Montemayor, a la muerte de ése se consideró la persona más adecuada para continuar su famosa novela pastoril Los siete libros de Diana (1559), y dio a la imprenta La Segunda Diana (1563), obra con la que se anticipó en un año a la también celebérrima Diana enamorada, del valenciano Gaspar Gil Polo (1564). La obra de Alonso Pérez se leyó tanto o más que la de Gil Polo (de hecho, a lo largo del siglo XVI fue mucho más reeditada); sin embargo, en aulas y manuales de nuestro tiempo se repite sin cesar que la Diana enamorada es la primera continuación de la entrega pastoril de Montemayor, dando al olvido La Segunda Diana de Alonso Pérez, sin que a mi juicio haya razón alguna para hacerlo, pues se trata de una pieza de tanta calidad como la de Gil Polo (y superior, incluso, a otras continuaciones posteriores). Su prosa raya a gran altura y sus versos –abundantísimos, como exige el género– son tan bellos como los de este soneto, donde la intencionada pobreza de las rimas se ve sobradamente compensada por el magistral empleo del paralelismo.

XXX.- Alonso Pérez (¿? – 1596)

Si lágrimas amando derramamos, 
si fatigas amando padecemos, 
regalos son de amor que no entendemos, 
regalos son de amor que no alcanzamos.

Si pasiones amando desechamos, 
si sospiros amando aborrecemos, 
regalos son de amor que no queremos,
regalos son de amor que desdeñamos.

Las sospechas de ser aborrescidos, 
los celos de la dama demandados, 
regalos son de amor mal entendidos.

No fingir sin por qué no ser amados, 
no pensar sin razón no ser queridos, 
regalos son de amor menospreciados.

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