martes, 5 de noviembre de 2013

Lo que ha llovido, de Enrique García-Máiquez

Son anotaciones seleccionadas de su blog. Reflexiones y sucedidos diarios. (Para quien no lo conozca, digamos que García-Máiquez es básicamente poeta, un magnífico poeta.)

García-Máiquez es católico y ni lo oculta ni se avergüenza. Lo digo porque esto tiene su mérito, en una época en la que ser católico y escritor no está muy de moda que digamos. Tampoco es un meapilas ni un ñoño, como tendemos a pensar los no creyentes que son la mayoría de los católicos. Es un poco como el Miguel D’Ors (mi muy admirado Miguel D’Ors) de Virutas de taller, pero quizá mejor humorado, más feliz, más joven. Un poco a la manera de Chesterton. El tono de las anotaciones es de comedia ligera, con unas gotas de melancolía.

Cuando mi mujer dice “Ay, madre mía” –dice en una de las anotaciones-, yo escucho “Ay, mi suegra”.

En otra cuenta que dos mujeres pequeñas van a ver una procesión y una le dice a la otra:

-Vamos a otro sitio. Aquí no se ve nada.
-¿No ves la Custodia? Mira.
-La Custodia, sí.
-Ea, pues lo demás es gente.

Y un día que está en casa de sus padres y cae una tormenta enorme, una chica peruana que trabaja en la casa le dice a otra española, suspirando:

-Así llueve en la selva.

Es el diario de un hombre feliz, espectáculo tan poco frecuente que no sé si hay más ejemplos. Inteligente, culto, moderno (aunque a la vez un poco antimoderno, o bastante), ha compuesto un libro que por cualquier sitio que se abra es grato.

(A veces intercala haikus, muy buenos haikus.)


Enrique García-Máiquez Lo que ha llovido (Sevilla: Númenor, 2009)

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