lunes, 25 de junio de 2012

El porqué de todas las cosas, de Andrés Ferrer de Valdecebro



Cuando mi hermano y yo éramos niños, siempre que íbamos a ver a una de mis tías (tía abuela, realmente), nos sacaba cosas para que no nos aburriéramos. Una era un puzle cuyas piezas eran cubos que en cada cara tenían un fragmento del mapa de un continente, un puzle precioso que aún puedo ver si cierro los ojos. Otra era una colección de libros titulada El porqué de las cosas, en los que se daba respuesta a preguntas del tipo “¿Por qué el cielo es azul?” o “¿Por qué los camellos pueden estar 40 días sin beber?” Siempre eran noticias fascinantes.

En el siglo XVII Fray Andrés Ferrer de Valdecebro escribió un libro con un título aún más ambicioso (quizá pretencioso): El porqué de todas las cosas. Para un lector curioso actual, no para un estudioso, en el libro de Fray Andrés hoy solo tienen interés las preguntas. Las respuestas cuando no son incomprensibles son falsas. Pero las preguntas, muchas, son incluso poéticas. Por ejemplo, se pregunta: ¿Por qué no nacemos vestidos, como el resto de los animales?
En ocasiones son preguntas que habrían gustado a Cunqueiro, por lo extravagantes. Veamos una amplia muestra:
-¿Por qué no tienen saliva las aves?
-¿Por qué a los varones se les infunde la alma a los 40 días y a las hembras a los 80?
-¿Por qué mueren los que nacen a los ocho meses?
-¿Por qué los tontos suelen alumbrar hijos muy entendidos?
-¿Por qué solo el hombre entre los demás animales tiene la cara mirando al cielo?
-¿Por qué todos los muy gordos envejecen aprisa y viven poco?
-¿Por qué a los viejos les tiemblan la cara y las manos?
-¿Por qué estando siempre la cara descubierta y el cuerpo cubierto y vestido, siente más el frío el cuerpo que la cara?
-¿Por qué están los enfermos descoloridos?
-¿Por qué los que trabajan alivian cantando el trabajo?
-¿Por qué el mucho ruido despierta a los hombres y hace dormir a los niños?
-¿Por qué no nacen con cola los hombres como los demás animales?
-¿Por qué la cabeza de los hombres es redonda?
-¿Por qué encanecen los viejos?
-¿Por qué duermen los leones y las liebres con los ojos abiertos?

Pero si las preguntas suelen ser son interesantes, a menudo inesperadas, las respuestas son invariablemente decepcionantes. Como decía antes, falsas, y sobre todo incomprensibles. Sirva de prueba esta pequeña muestra:
-¿Por qué muchos se duermen oyendo música?
Porque hace suspender de sus operaciones al alma, obra el calor natural sin embarazo, envía vapores sutiles al cerebro, con que la quietud y lo sonoro de la música concilian fácilmente el sueño.
-¿Por qué pensando en cosas pasadas inclinamos hacia el suelo la cabeza?
Porque cuando la cabeza se inclina, se levanta el cerebro adonde está la memoria, ábrese el seno que la deposita, entran los espíritus animales, confórtanla y ofrece cuanto tiene fácilmente.

Estos libros en los que se explicaba “todo” no eran raros en el siglo XVII. Los editores dan noticia de unos cuantos en el prólogo. Y parece que todos proceden de un libro de Aristóteles sobre lo mismo. Es decir, que aquel libro que tanto nos gustaba a mi hermano y a mí en nuestra infancia lo había ideado Aristóteles, hace casi 2.400 años.

Andrés Ferrer de Valdecebro El porqué de todas las cosas (Olañeta, 2010. Edición de Antonio Bernat Vistarini y John T. Cull. La ed. or. es de 1668)

2 comentarios:

  1. Estupendas esas preguntas del fray Andrés. Gracias, Emilio.
    Hay un libro actual, de Bill Bryson, que se titula "Una breve historia de casi todo", en el que, a pesar de sus limitaciones divulgativas, pueden encontrarse buenas respuestas a ese casi todo de que todos solemos preguntarnos (incluyendo quizás fray Andrés).

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